Teresa Abelleira: «Ganar el Mundial me da más ganas de no querer bajarme de ahí»

Paulo Alonso Lois
PAULO ALONSO MADRID / ENVIADO ESPECIAL

DEPORTES

PAULO ALONSO

Firmó los mejores datos de una jugadora en el Mundial, y ahora es duda en la semifinal de la Liga de las Naciones que este viernes da un billete olímpico

22 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La fuerza del fútbol de Teresa Abelleira Dueñas (Pontevedra, 2000) se ha ido imponiendo en todas las etapas de su carrera. También en un Mundial al que llegó sin ser titular en el Madrid, y que cerró campeona con España y con los mejores datos estadísticos de una jugadora. Ahora es aún duda por unas molestias de cara al partido de mañana ante Países Bajos. La semifinal de la Liga de las Naciones en Sevilla también concede un billete olímpico a París 2024. Si España perdiese y también lo hiciese Alemania ante Francia en el otro cruce, el partido por el tercer puesto brindaría una segunda oportunidad a España para ir a los Juegos. Relajada, atiende a La Voz en Las Rozas: «Estoy mejorando, eso es lo importante».

—La semifinal lleva a los Juegos.

—Como deportista, es un sueño, y cuando te ves a un partido, es súper emocionante.

—El fútbol no tiene tanta tradición olímpica, ¿pero de pequeña seguía los Juegos?

—A mi hermana le encanta el atletismo. Ella hizo salto de altura. Y era la que primero encendía la tele cuando eran los Juegos. Me hace ilusión, porque siempre se habla de que mi padre y mi hermano jugaron al fútbol, pero la parte olímpica es más de ella.

—Su progresión ha sido continua, pero hace poco estaba en un fútbol más amateur, como el inicio en el Deportivo.

—Sí. Aunque estuviésemos en Segunda, en el Dépor desde el principio nos trataron súper bien. En cuanto a medios e instalaciones, cada año veíamos mejoras. Luego llegas al Madrid, a algo más a lo grande, pero vengo ya de un sitio muy bueno.

—¿Como gestionó el éxito, hasta llegar al Mundial como titular en todos los partidos y clave?

—Lo más importante es el equilibrio, cuando las cosas te van muy bien, o cuando no van tan bien. El último año del Dépor me fue muy bien, pero has de saber que no eres tan buena como te dicen; y cuando no estás jugando, no eres tan mala como también tú creas. El deporte es trabajo constante y equilibrio. Entre lo físico, lo mental y cuidar cada detalle para que así vayan llegando las cosas.

—Algunos deportistas al llegar a la cumbre se quedan vacíos. ¿Le dio miedo eso al ganar el Mundial con solo 23 años?

—No, y realmente me pasó al revés. Gané mi primer título como profesional en un Campeonato del Mundo y es como «joba, quiero más». Ganar el Mundial me da más ganas de más, de seguir y no querer bajarme de ahí.

—¿Siente más presión?

—Yo creo que, si siento presión, estoy en el sitio correcto, veo que estoy cumpliendo las metas.

—Juega muy fácil, lo más difícil.

—Sí, en el fútbol voy a lo fácil, de jugar más casi con la cabeza que con los pies.

—De niña se fijaba sobre todo en Vero Boquete y en Pirlo.

—De quien más vídeos veía era de Pirlo, y me encanta como jugaba Vero. Era la referente de las niñas españolas, y como gallega me tocaba más cerca.

—Luego está la figura de su padre, entrenador. Se cuenta que cuando tenía solo 16 años, en el vestuario del Dépor dijo «lo que dice el entrenador va a misa, que lo aprendí yo en mi casa».

—Tuve mucha suerte con la educación que me que me dieron en casa. Lo más importante en un deporte colectivo es el colectivo, el equipo. Pero mi padre nunca fue de preguntarme nada del vestuario, que en un equipo para mí es sagrado, lo que más hay que cuidar.

—En el Mundial, según Sofa Score, fue la jugadora con los mejores números.

—No es algo a lo que le dé mucha importancia. Me quedo con mis sensaciones porque sabía que había dudas por ese puesto, y yo misma podría tener esas pequeñas dudas. Así que lo más importante es ver que doy el nivel en un Mundial, en mi primer gran torneo, contra las mejores. Saber eso era lo que más me reconfortaba.

—Ganaron el Balón de Oro Aitana y Alexia. Si por números fue la mejor del Mundial, ¿se imagina ganando un título de ese estilo?

—No es algo en lo que me pare. Si tiene que llegar, ojalá llegue, pero voy pasito a pasito, para intentar seguir y que esas estadísticas ya no bajen.

«Si tocas a una compañera, me estás tocando a mí», indica sobre el caso Rubiales

En los últimos años se ha normalizado la terapia mental en el deporte, el trabajo con psicólogos. Abelleira también cuida esa parte. «El año pasado fue la temporada más dura, y a la vez la que mejor acabó. Y ahí me apoyé mucho en mi familia, y antes del Mundial tuve mi primera sesión con un psicólogo. Hoy es como ir a entrenar cada día; cada dos semanas es una parte del entrenamiento».

—Lo incorporó de forma estable.

—Sí, es muy importante tener una persona que te ayude en esa parte, igual que la hay para la nutrición, la parte física o la táctica. La cabeza también es algo que tenemos que entrenar.

—¿A qué se debió dar el paso? ¿A que no jugaba?

—Cuando menos jugaba no acudía a él. Hablé con mi familia, con mi madre, sobre todo, y lo supe llevar, pero al final empecé. Y, después del Mundial, que fue el mejor momento de mi carrera, volví. Estaba jugando y aún así creo que es necesario para saber gestionar.

—¿Tuvo algo que ver el beso de Rubiales, las denuncias y el foco que se puso sobre las jugadoras?

—Acabamos muy cansadas mentalmente, quizá fue ese impulso también, pero era algo pendiente empezar a trabajar con un psicólogo. Aunque mi primera sesión fue antes del Mundial.

—Jenni Hermoso sufrió el beso, ¿pero a las demás jugadoras les afectó?

—Sí, claro que te afecta todo. Cuando más consciente fui, fue el día de la asamblea [de la federación], al ver cómo [Rubiales] hablaba de mi compañera. Fue como que a mí también me toca. Si tocas a una compañera, también me estás tocando a mí. Obviamente, Jenni fue la que se comió todo, pero sí que afecta a todas las que la rodeábamos.

«Tuve mucha suerte con toda la gente que me rodeó siempre en Galicia»

Abelleira da mucho valor a su etapa en Galicia. «Tuve mucha suerte con toda la gente que me rodeó siempre. Lo hablé hace poco con mi padre, recordando al primer entrenador que me llevó a la selección de Pontevedra, para luego ir a la gallega y la española. Es una cadena. Estoy súper agradecida a quienes tocaron un poquito de mi carrera».

—Fue la primera futbolista profesional jugando en Galicia, ¿qué reivindicaciones tiene aún pendientes el fútbol femenino?

—Hay más visibilidad, pero aún se puede mejorar. En Galicia echo en falta algún club más femenino, apoyar a la base y crecer.

—Termina contrato en junio. Le lloverán ofertas porque a día de hoy ya podría firmar por otro equipo diferente al Madrid.

—Qué va. Es un tema pendiente. Estoy muy bien en el Real Madrid. Lo más importante es recuperarme al 100%.

—El Madrid está por debajo del Barcelona. ¿Jugaría allí?

—El futuro lo dirá. Yo ahora estoy bien en el Real Madrid y no pienso en otros clubes.

Las dos semanas en A Coruña en una residencia religiosa y los cinco kilos menos actuales

Abelleira juega con el 3 a la espalda. «Desde pequeñita me gusta el 3. Me acuerdo cuando nos daban a elegir en el juvenil del Lérez y me gustó el 3. Tengo tres hermanos y tres sobrinos, ya es superstición».

—Al llegar a A Coruña estuvo interna en una residencia religiosa.

—Sí, no porque fuese religiosa o no, sino la de María Pita. Yo tenía solo 16 años y era la que mejor ajustaba horarios. Era la primera vez que salía de casa y mi madre me quería tener ahí más vigilada, o acompañada. Duró dos semanas porque nos entendimos mal. Llegué tarde de un entrenamiento y mi madre con once llamadas perdidas: «Teresa, ¿dónde estás? ¿qué hiciste?». Me tuvo que acompañar Manu [Sánchez, el entrenador del Dépor], a la residencia a explicarles que ese día, al entrenar a las ocho, iba a llegar siempre tarde. Y me cambié a la residencia del Liceo.

—Parece que haya perdido peso respecto a su etapa en el Dépor.

—Eso es parte de cuidar cada detalle. La psicología era una tarea pendiente, y vas tachando cosas. Estar con más músculo te ayuda. Ves que no se te puede pasar ni un detalle. Desde la etapa en el Dépor igual bajé cinco kilos.