El terremoto de Año Nuevo se originó fuera de la mayor área sísmica de la montaña de Lugo

Francisco Albo
Francisco albo MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

Un mapa publicado por el geoparque Montañas do Courel señala el epicentro del terremoto del pasado día 1 y el de otro que se produjo en Folgoso en marzo del 2021
Un mapa publicado por el geoparque Montañas do Courel señala el epicentro del terremoto del pasado día 1 y el de otro que se produjo en Folgoso en marzo del 2021 CEDIDA

El epicentro se situó al sur del llamado enjambre de fallas de Becerreá, que causa la mayoría de los seísmos de esta zona

04 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El terremoto de 3,5 grados que se registró poco después de comenzar el nuevo año tuvo su epicentro fuera del llamado enjambre de fallas de Becerreá, responsable de una gran parte de los seísmos que se registran en la montaña lucense. El origen del terremoto, según el sistema de detección del Instituto Geográfico Nacional, estuvo en un punto situado al sureste del municipio de Triacastela, cerca del límite norte del concello de Folgoso do Courel. Este lugar se encuentra a unos 7,5 kilómetros al sur del perímetro exterior del referido enjambre de fallas, según indica el geólogo Sergio Llana Fúnez, catedrático de Geomecánica Interna del departamento de Geología de la Universidad de Oviedo. «Yo no relacionaría este terremoto con ese enjambre de fallas», agrega.

El geoparque Montañas do Courel, por otra parte, publicó en sus redes sociales un mapa que indica la situación del epicentro del terremoto del pasado día 1 y el de otro que se produjo en el municipio de Folgoso do Courel en marzo del 2021, con una intensidad de 2,6 grados en la escala de Richter. Los miembros del comité científico del geoparque señalan que este seísmo estuvo relacionado probablemente con la llamada falla de Santa Eufemia, que atraviesa el territorio municipal. El seísmo de la madrugada del pasado lunes en Triacastela, a su parecer, no fue originado por esta falla.

A juicio de Sergio Llana, el último temblor de tierra puede estar relacionado con otra pequeña falla situada en esa zona, fuera del enjambre de Becerreá. En cuanto a la posibilidad de que se produzcan otros seísmos más fuertes en esta área geográfica, considera que es muy poco probable. «Si las fallas son de poca longitud no pueden acumular mucha energía y por lo tanto tampoco la pueden liberar en forma de terremotos fuertes», explica.

En cuanto a la ubicación del epicentro del último terremoto, Llana señala que no es fácil determinarlo con una precisión absoluta, ni en este caso concreto ni en otros que se han registrado en la montaña lucense. «El sistema de detección del Instituto Geográfico Nacional es bueno a la hora de señalar la zona donde se halla el epicentro de un seísmo, pero en territorios como este no hay suficiente resolución para determinar el lugar exacto», explica. Para obtener una mayor precisión —añaden— haría falta instalar más dispositivos de detección sobre el terreno.

El mayor de Galicia

El geólogo señala por otro lado que el enjambre de fallas sísmicas de Becerreá —que ha estudiado durante años— es el mayor que se conoce en Galicia. «Hay otro en la provincia de Ourense, pero es más pequeño, y también hay alguno en el norte de Portugal», dice. Todas las fallas con actividad sísmica de la montaña lucense que generan movimientos sísmicos —agrega— están orientadas en una misma dirección, sudeste-nordeste, tanto las que forman parte del enjambre del Becerreá como las que están fuera de este conjunto.

El catedrático e investigador dice también que la actividad sísmica de la montaña lucense y del resto de Galicia puede considerarse como «residual», aunque no se puede esperar que se extinga a corto plazo. «Es residual en el sentido de que la sismicidad de la península ibérica estuvo centrada principalmente en su parte norte hace unos veinte millones de años, mientras que ahora lo está en el sur, en zonas como la Sierra Nevada o el golfo de Cádiz», explica. «La sismicidad en Galicia no va a desaparecer de un día para otro, pero esta no es una zona especialmente activa en la actualidad e históricamente tampoco hay registros históricos de grandes terremotos en esta área geográfica», agrega

Llana apunta asimismo que la percepción de un seísmo en la superficie puede variar mucho, independientemente de la relevancia del episodio. «Hay una serie de factores que pueden amplificar la percepción del terremoto por parte de las personas aunque su intensidad no sea muy alta», señala. «Por ejemplo, si la superficie del terreno es básicamente de roca firme, la sacudida se siente menos que cuando el terreno está formado por sedimentos, y el temblor tampoco se percibe igual en unos edificios que en otros e incluso hay diferencias entre las distintas plantas de un mismo edificio», añade.