«Ser policía nacional non era a miña vocación, pero acaboume gustando»

María Cobas Vázquez
María Cobas O BARCO

OURENSE

Roberto Prada, ante el mural que está pintando en su casa en Córgomo (Vilamartín).
Roberto Prada, ante el mural que está pintando en su casa en Córgomo (Vilamartín). Santi M. Amil

Roberto Prada está pintando un mural en el garaje de su casa en Córgomo (Vilamartín de Valdeorras) con sus rutas en moto por Europa

18 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Los padres de Roberto Prada Delgado eran de Valdeorras. Ella de Córgomo (Vilamartín) —«Aínda que da mesma aldea, non somos familia de Florencio», matiza— y él de Xagoaza (O Barco). Una vez casados se trasladaron a Mieres por el trabajo del progenitor. «Non era mineiro», responde Roberto a la pregunta sobre la ocupación de su padre, dejando ver que la escuchó muchas veces en su vida al citar la marcha a Asturias. «Era mecánico de máquinas de escribir», cuenta divertido, sabiendo que no es una profesión tan conocida. Y entonces suelta riendo: «Parece dos tempos dos dinosaurios».

Prada nació en la ciudad asturiana y allí vivió hasta los cuatro años. Era la edad que tenía cuando murió su madre. Él y sus dos hermanos regresaron a Córgomo para vivir con los abuelos maternos y en Valdeorras estuvo hasta que a los nueve años volvió a Mieres, donde remató sus estudios.

Su padre no fue minero, pero él sí. En el carbón encontró Roberto su primer empleo nada más acabar el Bachillerato. Y en esa ocupación estaba cuando lo llamaron para hacer el servicio militar. Le hablaron entonces de la posibilidad de hacerse Policía Nacional y no se lo pensó. «Fixen as probas, que daquela eran unha tontería, e entrei», relata. Y añade: «Non era vocacional, pero acaboume gustando». Pronto supo ver las ventajas de ser funcionario. «Menudo cambio», dice. Estuvo destinado en Madrid y Bilbao hasta conseguir plaza en Gijón, donde desarrolló la mayor parte de su carrera profesional hasta su jubilación. En todo este tiempo siempre mantuvo su vinculación con Córgomo, yendo y viniendo con frecuencia, mucho más desde que no tiene compromisos laborales. Desde hace tres meses está completamente instalado en la aldea, aunque para poco en casa porque a Roberto lo que más le gusta es moverse en moto.

Siempre fue aficionado a andar en quad —«Botáronnos do monte», lamenta— y buscando una alternativa en el 2008 descubrió la moto. «Non tiña nin carné, pero saqueino e agora é a miña paixón», relata. Tuvo una Kawasaki y una Suzuki antes de llegar a la Ducati de la que ahora presume. Es la definitiva. «Non penso en mercar outra porque non podo. Ademais, estou encantado co que me dá esta moto. Igual podería buscar unha con menos peso, que os anos tiran, pero perdería outras cousas», destaca.

Se sube a las dos ruedas siempre que puede y utiliza su afición para conocer nuevos lugares. «A viaxe máis guapa que fixen foi recorrer Noruega en moto», señala. En su plan para este año está visitar los Alpes. «E non fago máis porque non teño máis gasolina», cuenta riendo. Esos son sus viajes más largos tras haber recorrido España y Portugal de punta a punta. Y también hace escapadas de un día o de fin de semana para conocer mejor Galicia. «Aquí hai moito que ver», señala. Cita como uno de sus últimos descubrimientos el campamento romano de Aquis Querquennis en Bande o el Mosteiro de Oseira.

«Movémonos moito», dice. Habla de él y de su peña motera de Asturias a la que ha sumado a algún amigo de Córgomo. También le gustan las concentraciones «polo ambiente que hai», sobre todo las de verano, y va a algunas organizadas por policías. Viaja en compañía, pero tampoco le echa para atrás estar solo. Eso sí, para las rutas solitarias apuesta por destinos más cercanos.

De muchos de esos lugares a los que ha viajado en moto da cuenta en un mural que está pintando en el garaje de su casa en Córgomo. Ya planea incluir su ruta por los Alpes, «pero primeiro hai que facela».

Si puede soñar le gustaría ir a Rumanía y a Eslovaquia. Y lo máximo sería descubrir el sur de Chile sobre dos ruedas, «pero é utópico porque son moitos cartos». Cita de nuevo la ruta por Noruega, todo un mes sobre la moto para recorrer 13.000 kilómetros. Tuvo su coste económico. «Pagouno o banco, eu agora estoulle devolvendo o favor», dice riendo. Y añade: «Foi a viaxe da miña vida».

«Cada vez que vou a Asturias cambio a ruta para ver sitios novos»

En Asturias viven la hija y el nieto de Roberto y allí sigue teniendo muchos amigos, así que sus viajes al principado son frecuentes. Eso sí, el kilometraje del trayecto difiere mucho según el medio de transporte elegido. «De porta a porta desde Córgomo teño 200 quilómetros, pero se vou na moto teño feito ata 380 para chegar, porque cada vez cambio a ruta para ver sitios novos», relata.

Ha conseguido pasarle a su hija el amor por las dos ruedas, pero ahora casi prefiere que no se suba mucho a la moto. «Co neno é mellor que non ande», dice. Sobre sus parejas, dice que en estos 16 años de afición ha habido de todo. «A unhas gustáballe e a outras non», cuenta entre risas.

A Roberto le gusta grabar sus rutas en vídeo y de ellas da cuenta en su canal de Youtube: robertopradadelgado. El último es sobre la carretera del Atlántico en Noruega: «Va uniendo islas; muy guapa y en invierno o con la mar brava muy peligrosa por las olas».

 

Quién es. Roberto Prada Delgado nació en Mieres (Asturias), a donde sus padres se trasladaron desde Valdeorras por el trabajo de su progenitor: era mecánico de máquinas de escribir.

A qué se dedica. Tras haber sido minero, se presentó a las pruebas para ser policía nacional y en el cuerpo desarrolló la mayor parte de su carrera profesional hasta su jubilación.

Su rincón. Su casa en Córgomo (Vilamartín de Valdeorras). En una de las paredes del garaje está pintando un mural con las rutas que ha hecho en moto.