¿Terminará desapareciendo el dinero en metálico? Siete de cada diez españoles ya paga sin contacto

Olga Suárez Chamorro
Olga Suárez REDACCIÓN

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Cada vez es más habitual pagar con tarjeta que con dinero en efectivo
Cada vez es más habitual pagar con tarjeta que con dinero en efectivo iStock

El pago en metálico sigue siendo importante para pequeñas transacciones, ciertos grupos demográficos y como respaldo en casos de fallos tecnológicos o ciberataques

01 mar 2024 . Actualizado a las 16:15 h.

Son objetos innatos a la civilización, las primeras monedas se inventaron en el siglo VII antes de Cristo, a España llegarían de la mano de los griegos 500 años antes de que comenzara a avanzar los siglos... Lo que es difícil saber es cuánto durarán estos objetos que son claves para los intercambios comerciales pero que cada vez se usan menos: los medios de pago digitales continúan su expansión, desde que aceleraron su despegue en el 2020, ese año en el que los ciudadanos intentaban intercambiar el menor número de objetos materiales posibles debido a la pandemia. En un mercado cada vez más marcado por la preocupación hacia la seguridad, el pago sin contacto con tarjeta física es mayor en Europa que en Latinoamérica y España lidera este índice, con un 72% de la población bancarizada que opta por la opción digital en sus pagos. Así, el uso de dinero en efectivo pierde impulso y, entre los medios de pago más utilizados, vuelve a destacar la tarjeta de débito en todos los países analizados. Y, aparte del aspecto higiénico, está el medioambiental, porque seis de cada diez usuarios de entidades bancarias ya asocia el dinero en efectivo como el medio con mayor impacto medioambiental, muy por encima del resto de alternativas electrónicas. Son datos sobre tendencias y medios de pago que salen de un amplio estudio que realiza cada año la compañía tecnológica de pagos Minsait Payments y que constituye un punto de referencia para la industria bancaria, pues recoge datos de usuarios de España, Italia, Portugal, Reino Unido, en Europa; y Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú y República Dominicana, en Latinoamérica. «España ha visto un incremento en el uso de pagos digitales y una disminución en el uso de efectivo, aunque este cambio puede ser más lento en áreas rurales o entre ciertos grupos demográficos», explica  Enrique Álvarez, director de Desarrollo de Negocio de Minsait Payments en Europa, que reconoce que en zonas más despobladas «la transición puede ser más lenta debido a la menor penetración de la infraestructura digital y una posible preferencia cultural por el efectivo». Y asegura que, pese a esta tendencia hacia una sociedad menos dependiente del efectivo, «es poco probable que el desaparezca por completo en el futuro cercano», pues sigue siendo un método de pago importante para pequeñas transacciones, para ciertos grupos demográficos, y como respaldo en casos de fallos tecnológicos o ciberataques.

Otra de las tendencias que constata este estudio es el incremento de la tarjeta virtual que, hasta ahora, estaba principalmente asociada a la modalidad de prepago, y cuya aplicación se amplía a las tarjetas de crédito y débito.

Inmediatez, seguridad y transparencia

El Informe de Minsait Payments identifica otras variables necesarias para el avance de la industria de los pagos en los próximos años. La inmediatez de las transferencias digitales más cotidianas es una premisa ineludible para el sector y un objetivo de política pública en prácticamente todos los países analizados, que sienta las bases para la inclusión financiera y la necesaria eficiencia en las operaciones, otra de las tendencias identificadas. La seguridad, la facilidad de uso, la gratuidad y la rapidez son, por este orden, los principales factores que determinan la elección de un medio de pago, y el aumento de los riesgos y vulnerabilidades el mayor desafío que presenta el sector para los próximos cinco años, según subraya la mitad de los agentes consultados. El estudio insiste por ello en el aumento de valores como la seguridad, y abre una ventana de oportunidad para los servicios en la nube o la aplicación de inteligencia artificial en la prevención del fraude.

Asimismo, el Informe recoge la aspiración de regiones como Europa por digitalizar el dinero en efectivo e incentivar las monedas digitales de bancos centrales, que podrían modernizar y eliminar muchas de las fricciones e ineficiencias que aún hoy caracterizan a los pagos transfronterizos: caros, opacos y lentos en comparación con sus homólogos domésticos.

El continente europeo prevé contar con su euro digital antes de 2030 y, aunque son muy pocos los bancos centrales que han emitido sus propias monedas digitales (las denominadas CBDC), y ninguno de ellos europeo, el 33% de los agentes de la industria participantes en el informe considera que las CBDC jugarán un papel complementario a las monedas físicas durante la próxima década. Un escenario de oportunidad en el que tendencias como el Open Finance avanzan, pero lo hacen condicionados por muchas de las limitaciones aún presentes: según los analistas consultados en el Informe de Minsait Payments, las finanzas abiertas tendrán que esperar hasta el 2030 para convertirse en un verdadero estándar del mercado financiero, tanto en Europa como en Latinoamérica. A día de hoy, la multibancarización, como paso previo, ya es superior en Latinoamérica que en Europa, donde la proporción de personas con más de una cuenta bancaria no llega en ningún caso al 50% (35% en el caso de España). 

¿Y qué es de las criptomonedas? Se habla mucho de ellas estos días, y de cómo el bitcóin se ha revalorizado un 118,5% en los últimos seis meses, rozando su techo histórico pero, a pesar de su creciente popularidad, las criptomonedas «no han sido ampliamente adoptadas para transacciones cotidianas entre la población general», confirma Enrique Álvarez; y explica que atiende a varios factores, incluyendo la volatilidad en su valor, la complejidad de su uso para el consumidor promedio, las preocupaciones sobre seguridad y fraude, y una regulación aún en desarrollo. «Además, las criptomonedas no son aceptadas universalmente como medio de pago, y su aceptación varía significativamente entre comercios y países».